Más unidos que nunca

EL PUEBLO español no está -no estamos- para monarquías debilitadas ni para que nos entrene Urdangarin. Pero la campana de mi Fundación se llama Felizia -ya saben el porqué- aunque yo no sea monárquico ni republicano ni defienda ninguna otra fórmula que nos iría mejor. No estamos para hacer filigranas, sino para aguantar y salir adelante con la mayor cantidad de justicia posible. Pero las cosas no están saliendo así. Hay quien guarda fuera cantidades que salvarían la vida de los que están dentro y desnudos hasta de trabajo. Ha llegado el momento de que los más medianos en todo, aparte de proclamar nuestra moral, sepamos por fin con quién nos jugamos los cuartos que se fueron. Ni Europa, ni siquiera Portugal, van a aconsejarnos. Tendremos que decidir nosotros sobre nuestro futuro; pero ¿nos dejarán? No es asunto de bromas. Estamos hartos de desniveles e injusticias. Yo voy con los de abajo, como siempre. Vivir en un sótano sin salida es mala cosa. Que los que tienen balcones se den cuenta, acepten la verdad y su participación en la injusticia: sólo por ser como son. Ha sonado la hora que tememíamos.